¿Qué
es la educación emocional?
En
los últimos años, afortunadamente, ha adquirido relevancia o, al menos, se está
hablando más, de educación emocional. Si bien todavía gran parte de las
instituciones dedicadas a la formación del profesorado no los incluyen en sus planes de estudio, hay un creciente interés
por conocer el tema y comenzar a considerarlo como parte importante de la labor
educativa.
Cada
día la educación, en sus distintos niveles y ámbitos, constata la necesidad de
que la educación emocional se instaure como parte del currículo escolar y
aporte sus múltiples beneficios a la formación de las futuras generaciones y
del profesorado que las acompañe en su proceso formativo. Incluso la podríamos
señalar como un saber necesario de adquirir por las familias, para que sus
hijos e hijas la reciban desde que nazcan y durante toda su vida.
De
en las diversas definiciones que están surgiendo desde hace algún tiempo, nos
quedaremos con la de Bisquerra y Pérez (2012), docentes e investigadores de la
Universidad de Barcelona:
Educación
emocional es un proceso educativo, continuo y permanente, que pretende
potenciar el desarrollo de las competencias emocionales como elemento esencial
del desarrollo humano, con objeto de capacitarle para la vida y con la
finalidad de aumentar el bienestar personal y social (p.1).
Con
el objetivo de comprender mejor el constructo teórico que respalda la educación
emocional, intentaremos conceptualizar las diferentes temáticas que lo
componen.
El
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define emoción como: “una
alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada
de cierta conmoción somática” (RAE, 2019). Si bien esta definición nos permite
entender el término en su acepción general, indagaremos un poco más al
respecto.
Francisco
Mora, Doctor en medicina y en Neurociencia, define emoción de la siguiente
manera:
La
emoción es ese motor que todos llevamos dentro. Una energía codificada en
ciertos circuitos neuronales localizados en zonas profundas de nuestro cerebro
(en el sistema límbico) que nos mueve y nos empuja “a vivir”, a querer estar
vivos en interacción constante con el mundo y con nosotros mismos. Circuitos
que, mientras estamos despiertos, se encuentran siempre activos, en alerta, y nos
ayudan a distinguir estímulos importantes para nuestra supervivencia (Mora,
2012, p.14).
Entendiendo
que las emociones forman parte esencial de nuestra vida y nos impulsan de forma
permanente en ella, pasaremos a indagar sobre otro concepto fundamental,
señalado por los profesores universitarios Bisquerra y Pérez (2012) en su
definición de educación emocional: las competencias emocionales.
Las competencias emocionales deben entenderse como un tipo de competencias básicas para la vida, esenciales para el desarrollo integral de la personalidad. Son un complemento indispensable del desarrollo cognitivo sobre el cual se ha centrado la educación a lo largo del siglo XX. La educación emocional se propone optimizar el desarrollo humano; es decir, el desarrollo integral de la persona (desarrollo físico, intelectual, moral, social, emocional, etc)
Competencias
emocionales
Si
bien existen diversas propuestas en relación a cuáles son las competencias
emocionales y sus características fundamentales, destacamos el propuesto por el
GROP (Grup de Recerca
en Orientació Psicopedagògica) de la Universidad
de Barcelona. Ellos señalan que
existen cinco competencias emocionales fundamentales:
Conciencia
emocional: Consiste en reconocer las emociones propias y de las demás personas.
Regulación
emocional: Implica responder adecuadamente a las emociones experimentadas.
Autonomía
emocional: Se refiere a la capacidad de que nos afecten demasiado de los
estímulos externos, equilibrando sensibilidad e invulnerabilidad.
Competencia
social: Implica tener habilidades sociales que faciliten las relaciones
interpersonales, ya que están relacionadas directamente con las emociones.
Habilidades
de vida para el bienestar: Consisten en un conjunto de habilidades, valores y
actitudes que contribuyen al bienestar personal y social.
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